En los accidentes ofídicos con víboras venenosas conocidas por yarará, que la sangre no coagule es signo de gravedad. El síntoma lo presentaba en su tercer día de terapia intensiva un estudiante de Urundel de 14 años llamado Sergio Adrián Salinas, el “Tinti” para sus amigos, quien el viernes 22 de enero fue mordido por una de esas serpientes.
Sus padres cuentan que salio con un tío al monte para acarrear unos tirantes de quebracho y al volver con la madera cargada en una churba por las vías sucedió que le pisaron la cola a un bicho enrollado a un riel que saltó y le clavó los colmillos en la mano izquierda. A trescientos metros del pueblo anocheciendo. Sus parientes lo tuvieron un rato en la casa hasta llevarlo al hospital. Para estos casos se recomienda calma, reposo y suero antiofídico. Con premura, para que la ponzoña, el toxico, no desarrolle su acción en el organismo.